Los gemelos Sarquis, casi ocho décadas caminando juntos
Son inseparables desde el momento mismo de su concepción, así lo definió la vida y luego ellos mismos. Son gemelos idénticos, de los que no abundan en Esquel, sobre todo de su generación.
Los hermanos Héctor y Victor Sarquís nacidos el 25 de marzo de 1945, son los menores de cuatro hermanos varones. La familia es de Vuelta del Río paraje Fitirhui, ubicado entre Leleque y El Maitén, para ser más precisos.
Tienen un par de señas particulares por las que solamente los más allegados logran identificarlos y se divierten mucho con ello, al punto tal que suelen decirles: “El otro día me crucé a Víctor” sin saber que se lo están diciendo al propio Víctor, cosa que se da también con Héctor.
Constituyeron sus familias y desarrollaron su profesión de abogados, con éxito. En #LaOtraHistoria recorremos sus vidas llenas de anécdotas, que comenzaron a transitar en Vuelta del Río y siguen hasta hoy en Esquel.
Hijos de esforzados comerciantes libaneses que pudieron lograr que los cuatro obtengan su título universitario en Buenos Aires, en el caso de los gemelos ambos eligieron el derecho como profesión ejerciendo cargos importantes tanto en la justicia provincial, como en su estudio jurídico asistiendo a empresas y particulares.
Víctor Alberto es el menor de los gemelos, porque fue “el primero en salir”, tal como suelen explicar los especialistas, mientras que Héctor Andrés es el mayor quien confiesa al ser entrevistado por EQSnotas.com nunca recibir obediencia o respeto alguno de parte Víctor por tener esa condición, pese a que llevan 50 años trabajando juntos.
Cuando les preguntamos qué se siente estar cerca de los 80, los dos con sonrisa gentil responden que están mas cerca de los 75 con el sentido del humor siempre presente a pesar de difíciles momentos que les ha tocado vivir en los últimos años con la salud de sus esposas y el fallecimiento reciente de la mujer de Víctor.
Era tan importante la educación para los padres de los muchachos Sarquis, que ante lo inhóspito del lugar y la distancia que los separaba de las principales ciudades, tomaron la decisión de contratar una maestra particular que convivió con la familia por algunos años.
Ese compromiso creció al punto de abrir en la casa y afrontado por la familia, una suerte de escuela privada para todo el Paraje, con la colaboración de la Compañía de Tierras, que se sumó a la iniciativa para que los hijos de los peones de Estancia Leleque pudieran también concurrir a clase.
Tiempo después, el gobierno con la insistencia de las familias del lugar, tomó la posta edificando formalmente una escuela para el paraje con la correspondiente estructura estatal a comienzos de la década del 50.
Solamente por manchas y lunares podían ser reconocidos los hermanos y confiesan la clave para saber quien es quien cuando te los cruces. Cuando les preguntamos si habían hecho picardías con la similitud física confundiendo a los demás, ambos coincidieron con un contundente "eso no se puede contar" pero a pesar de ello señalan que se divierten como chicos cuando los confunden.
Mucho se habla y se ha escrito sobre el sentir de un gemelo cuando le ocurre algo serio al otro, pero parece que en ellos esa regla no aplica.
De todas maneras Víctor dice que la relación entre ellos dos es completamente diferente a la que tienen y tuvieron con sus otros dos hermanos, porque además existen otros condimentos que fortalecieron su vínculo, como la trayectoria estudiantil en la misma carrera universitaria y el ejercicio de la profesión codo a codo por el lapso de 50 años.
En su descendencia no hubo otros gemelos.
Víctor tiene tres hijos y Héctor tuvo solamente uno, tal vez cuando sean abuelos se repita la historia ya que mellizos y gemelos suelen darse con saltos generacionales.
Sus hijos son todos adultos e independientes y se están ocupando de ellos “como cuatro bastiones de apoyo permanente, damos gracias a Dios de tenerlos” expresa Víctor con brillos en los ojos. A la vez agrega el dato que tiene dos hijos abogados y uno que es tesorero de una importante sucursal bancaria.
Por el lado de Héctor su hijo Gamal ha tomado un rumbo completamente diferente desde el deporte, “él siempre fue apasionado del futbol, tuvo la posibilidad de jugar en Italia y medio desengañado con el ambiente volvió a la Argentina justo cuando su mamá se enfermó porque sino en ese tiempo yo hubiese estado solo, empezó a hacer carrera en lo que le gusta estudiando periodismo deportivo, inglés, profesorado de educación física y por último en la universidad de River Plate para hacer la carrera de Director Técnico profesional, actualmente está dirigiendo las infantiles de Racing Club de Avellaneda” .
El por qué de tantas caminatas semanales lo explican que se debe a una necesidad del ejercicio y vida sana ya que tuvieron sendas intervenciones cardíacas en el pasado “lo estamos haciendo, aunque de vez en cuando comemos un asadito o tomamos un vinito” se sinceran entre risas.
Un cambio de traza en la Ruta 40 cambió para siempre la historia familiar
“Cuando nos recibimos nos vinimos a Leleque de vuelta, porque teníamos todavía el negocio funcionando, papá había fallecido y nuestros hermanos mayores se quedaron en Buenos Aires trabajando en sus profesiones. Toda nuestra carrera la pudimos sostener en base a la actividad del comercio, pero cuando se modificó la traza de la ruta 40 nosotros hasta ahí teníamos una agencia de YPF, con un lugar para que la gente duerma, almacén de ramos generales, acopio de frutos, etc. Había una dependencia casi absoluta de la ruta y cuando nos la sacan, intentamos hacer gestiones para que se vuelva al trazado original, pero pudieron más los intereses económicos de otro tipo (hacendados de la zona) que pudieron mas que nosotros, que representábamos a los hijos de un poblador de 50 años en la zona al que no se le reconoció ningún derecho, así que nos dejaron afuera y nos dejaron el 90 por ciento de los ingresos por lo que tuvimos que buscar otro trabajo prácticamente cuando estábamos terminando la carrera”.
De comerciantes chubutenses a comerciantes porteños, pero “a lo turco”
Continuando con su relato Héctor cuenta cómo salieron adelante para culminar sus estudios que debieron interrumpir por los vaivenes antes mencionados, postergando su graduación casi cinco años “entonces nos armamos en Buenos Aires un negocio para poder terminar los estudios, una mercería con cosas de turcos (risas) que manejamos por muchos años entre 1974 y 1979. A la par invertimos en una estación de servicio en el cruce de Leleque, que funcionó por mas de diez años y que construimos tras un canje de tierras con la Compañía, ellos cedieron una fracción al lado de la ruta donde pudimos construir al lado del camino que va a a Cholila y mientras hacíamos eso tratábamos de instalarnos en Esquel como abogados”
Luego destaca que "Cuando nos vinimos solos a instalarnos en Esquel, no teníamos donde estar, entonces un gran amigo nuestro que ya falleció, Fernando Daher y su esposa que nos tuvieron viviendo en su casa prácticamente dos años con ellos y tenemos un agradecimiento profundo hacia esas personas que eran nuestros amigos y nos permitieron vivir allí mientras hacíamos nuestras primeras armas en la profesión.
Con gratitud recuerdan que otra enorme ayuda que recibieron "fue la de nuestros amigos del estudio del doctor Julián Ripa y de su hijo Luis quienes nos recibieron en su estudio y nos dieron e iniciaron para hacer las primeras armas con mucha dedicación y profesionalismo. También Dora De La Vega que era la procuradora y nuestro amigo de toda la vida Carlos Ripa que a la vez era empleado del estudio quien nos ayudó mucho a entender las pequeñas cosas porque nosotros no teníamos la mas pálida idea, jamás habíamos trabajado en un estudio jurídico así que en ese aspecto Carlitos y Luisito nos dieron una mano muy grande, con Don Julián que fue nuestro maestro del derecho y la honestidad en el trabajo profesional, una enseñanza maravillosa".
El camino independiente
Luego de dos años trabajando bajo el ala del experimentado Ripa, un día llegó esa pregunta que alguna vez les tuvo que hacer con mucha sabiduría Don Julián alentándolos a dar el gran salto ¿Chicos qué prefieren ser, unos malos doctores Sarquis o unos buenos doctores Ripa… ?
“Y… unos malos doctores Sarquis le respondimos nosotros” y ese fue el puntapié inicial que iba ligado a una gran ayuda de Don Julian haciéndose cargo del alquiler de su primer estudio jurídico mediante un acuerdo de caballeros pagadero a medida de sus posibilidades “y ahí nos largamos en 1977 con un estudio de la avenida Fontana y Rivadavia, cerca de un negocio que era mas conocido por entonces que nuestro estudio, el de Don Lefián que hacía unos sanguchitos y unas milanesas espectaculares. Hasta el año1982 que empezamos a construir el actual estudio, donde trabajamos juntos hasta que Héctor arrancó a trabajar en la municipalidad como secretario general del intendente Joaquín Ripa y hasta el retorno de la democracia en 1983, cuando definitivamente empezamos a trabajar juntos”.
En simultáneo Héctor comenzaba a brindar servicios de asesoría legal para la Cooperativa 16 de Octubre, mientras Víctor se abocaba de lleno al estudio de ambos hasta que en 1995 con la creación del consejo de la magistratura se hace un llamado a concurso para cubrir la Cámara Criminal de Esquel resultando seleccionado como camarista ese mismo año y confirmado en 1996 como Juez de Cámara de la Circunscripción Judicial Noroeste, hasta su jubilación.
El presente profesional y la continuidad con sus hijos
Hoy Juan Pablo, el hijo mayor de Víctor lleva adelante el estudio, Laura la otra abogada de la familia presta servicios en el juzgado federal y en ese afán de seguir activos los hermanos dicen no estar retirados totalmente “le damos una mano a Juan Pablo haciendo un poquito de fiaca (risas) ayudando en lo que podemos” señala Víctor mientras Héctor acota “a esta altura deberíamos dejar todo, pero tenemos el amor por el derecho con el objetivo de mantener la mente ágil y no ser jubilados en piyama sin la carga del trabajo diario porque eso ya lo hace Juan Pablo y nosotros la pasamos bien, contentos de estar acá sin obligaciones”.
A los gemelos Sarquis podemos describirlos como dos hermanos alegres, hombres de fé e hinchas de Boca (algo que orgullosamente no obviaron al presentarse), persiste en ellos es esa identidad de pibes chubutenses criados en el campo, que descubrieron la gran ciudad que sin obnubilarse con sus luces decidieron volver al pago chico para ejercer triunfando en su idéntica profesión, tan idéntica como sus rostros, disfrutando de la vida en familia y caminando juntos literalmente cada uno de sus días.
Por último no nos quisimos despedir sin hacerles la pregunta sobre si sus esposas celaban esa unión fraterna inquebrantable llena de códigos propios y respondieron al unísono… “se la tuvieron que bancar, porque era una cuestión que venía de naturaleza”.