Cuando Esquel tuvo su campo de tulipanes gracias al legado de la familia Eggman
René Eggman y su esposa Carmen Christensen idearon el primer campo de tulipanes que tuvo Chubut. Desde su chacra lograron por décadas tapizar de colores el acceso a Esquel cada mes de octubre. El relato de su hija recordando una época de mucho trabajo y afecto
En estos tiempos hablar de tulipanes es referirse a la fabulosa visión que tuvo la familia Ledesma que con esfuerzo y herramientas lograron revolucionar el turismo zonal con el cultivo delicado de esta belleza floral.
Muchos años antes y con menos recursos técnicos los Eggman supieron concretar el sueño y en primera persona Vreni Eggman, rescata de su memoria muchas anécdotas, vivencias y fotografías del baúl de los recuerdos familiar.
Con 75 años de edad Vreni es la segunda de los tres hijos de la familia, ella dice que su llegada al mundo fue en Córdoba y en tránsito mientras sus padres buscaban “un porvenir o un subsistir" por distintas provincias incluyendo un fugaz período de regreso a la Suiza natal de René donde Carmen justamente dio a luz a Sonia, la hija mayor de la familia.
Yendo atrás en su relato nos dice que su padre llegó al sur argentino por Bariloche, “se enteró que muchos suizos habitaban la zona y que eran del ámbito de lo que solía hacer en la montaña, como el esquí y tantas otra cosas que el litoral argentino no le brindaban, además allí en Bariloche conoció a mi mamá Carmen” hija de inmigrantes daneses.
“A Esquel llegué con unos cuatro años de edad porque a mi papá le ofrecieron un trabajo en Epuyén, de allí a intentar unos cultivos en Las Golondrinas pensando en instalarse en Bolsón cambiaron sus planes para venir a Esquel. Somos tres hermanos y el menor de nosotros es Rolando que nació en El Bolsón”.
Bautizado René por los amigos
Poniendo claridad sobre cuestiones idiomáticas y las dificultades que los criollos tenían por entonces para pronunciar nombres foráneos, Vreni confiesa “A mi papá lo rebautizaron René sus amigos en Esquel porque para ellos decirle Reinhard era muy complicado, una cuestión afectiva”.
El perfil emprendedor del René a la “esquelense” le permitió experimentar a prueba y error distintas ideas que fue teniendo “Mi papá siempre muy inquieto, hizo varias cosas inéditas como por ejemplo el cultivo de endivias que gracias a él se conocieron aquí. Antes en carácter de técnico agrónomo estuvo en búsqueda de cultivos plantando papas, ajo y se le daba que elegía hacerlo cuando no se vendía o porque fracasaban los cultivos, tenía esa (mala) suerte también… por eso digo que era un gran luchador y probó los tulipanes por una cuestión de latitudes, semejanza de clima con Holanda, en paralelo que estaba haciendo vivero, verduras y tambo”.
Los recuerdos del campo de tulipanes y el rol de Carmen con las flores
Una vez bien afincados en Esquel y con diversidad de producciones los Eggman le fueron dando forma a la idea del campo de tulipanes “Me acuerdo que al comienzo tenía muchos canteros, había variedades que papá intercambió experiencias con cultivadores de Bariloche en las mismas condiciones, no en grandes extensiones y fue ampliando eso, haciendo del tulipán una flor local y el hecho que sea una vez al año la floración le fue dando importancia a la oportunidad de comercializar, hasta hizo intercambios con Holanda para traer variedades nuevas”.
Carmen se había especializado en lo floral, dejando la producción de bulbos exclusivamente para René “La parte de mi mamá era comercializar la flor, así que hacían un doble cultivo donde producían flores preservando la calidad del bulbo y con la acción de decapitar la flor para que desarrolle mas el bulbo, por lo tanto una fracción de la producción estaba íntegramente destinada a producir flores y la otra bulbos”.
Existió el TULIPÁN “ESQUEL” con un cruzamiento creado por René
Vreni nos cuenta que René también fue un entusiasta al momento de generar variedades en la tonalidad de sus tulipanes. De hecho logró una variante a la cual le puso el nombre de la ciudad a modo de distinción “Existió la variedad Esquel que desarrolló mi papá, era un rojo veteado con amarillo tornando a naranja que se daba muy bien con calidad en la flor, pero después se fue perdiendo y no se volvió a dar la especie, como mi papá no tenía necesidad de hacer registro o anotaciones así que la variedad nunca se patentó”.
La dinámica de la vida familiar: padres e hijos trabajaban a la par
El esfuerzo y dedicación para sostener una plantación de tulipanes no se resume al trabajo de dos, por eso cada integrante de la familia cumplió roles importantes para el éxito de la producción “Teníamos una típica vida de chacareros, los hijos teníamos que estudiar y demás, pero también ayudar y compartir tareas en la chacra sobre todo cuando los tulipanes empezaban a florecer. Había tareas como forrar cajas, preparar arreglos o salir a cortar las flores que se debe hacer en el amanecer. Lo común era preparar entre setenta y cien cajas, como la floración es coincidente con el día de la madre la idea era que los residentes locales pudieran saludar a su mamá con flores” señala Vreni.
Sin embargo con orgullo la hija destaca que "El gran mérito de ellos fue la labor artesanal, porque no había maquinaria. Los bulbos se plantaban uno a uno con una palita, mi papá tenía contratados algunos empleados que tenían que ser a lo suizo, es decir prolijitos en su labor y marcar las melgas de los canteros cada 10 cm. un bulbo y así se plantaba todo, "se desyuyaba" también y con el tiempo llegó a tener un riego por aspersión.
“Papá decía que para que esto funcione, habría que darle una dimensión mas importante y afrontar la mecanización del cultivo, porque ellos ya eran grandes, estaban cansados y ninguno de los hijos hizo en ese momento como proyecto de vida seguir la actividad, algo que finalmente implementó Ledesma, por eso mi padre estaría orgullosísimo de ver lo que se logró hacer en Trevelin”
En cuanto a la rutina de producción relata Vreni que “Se trataba la tierra, se demarcaba el sector con hilos y se le daban las características especiales, también con el tiempo había que cambiar las hectáreas a producir, porque los bulbitos chiquitos que no se cosechaban desarrollaban en la tierra y si se los dejaba producían una contaminación de cada especie y cada hilera debía respetar un único color de flor por eso cuando surgían se marcaba o arrancaba para sostener una señal de calidad en el producto. Se cultivaban de dos a tres hectáreas de tulipanes, también hubo producción de narcisos y jacintos en algún momento y todo eso se lucía con todo su esplendor al ingresar a Esquel por la ruta 259 a la altura de la Casa Estudiantil, en esa curva era fantástico verlos porque uno entraba y se encontraba con ese mar de colores que a veces con la rotación de suelos entre temporadas, quedaban ocultos por las alamedas. El campo de tulipanes funcionó hasta fines de los 70’ o comienzos de los 80’ cuando le transfirió a Omar Pico la producción, no la tierra. Por entonces nuestros hijos también se involucraban porque todo el mundo tenía que ayudar”.
Tulipanes “FOR EXPORT”
No solo los residentes eran destinatarios de esa producción floral que Carmen organizaba desde su “bulín” como Vreni describe afectuosamente al espacio laboral de su mamá.
El crecimiento permitió que se fueran generando clientes en Buenos Aires y otros puntos del país, “en su momento con una colaboración increíble de la gente de Aerolíneas y del Correo nos ayudaban a preservar las cajas con flores en un lugar sin calor y que salieran ese mismo día hacia Buenos Aires con un envoltorio especial, además dentro de las flores iba una tarjetita con indicaciones de cómo tratarlas cuando las recibieran”.
Vreni señala que hubo envíos a distintos lugares del país y la gente se contactaba para dar crédito de recibirlos en perfecto estado incluso al exterior como Suiza, España, Dinamarca aunque es difícil asegurar que todos esos envíos llegaron perfectos; muchos agradecían mandando las fotos de las flores cuando llegaban y fue algo muy simbólico “cuando se iban era mas la voluntad de las conexiones de los aviones y les ayudaban para que se lograra por eso digo que hubo mucho apoyo y contención de esos empleados”.
Tulipanes esquelenses en el funeral de JFK
Si bien es ampliamente conocida la anécdota de los tulipanes que llegaron al funeral de John Fitzgerald Kennedy (1963) por intermedio del embajador norteamericano en el país que se encargó de conseguir tulipanes esquelenses, Vreni se sincera destacando la falta de interés de sus padres por trascender “no lo recuerdo, es algo anecdótico porque se dijeron cosas que no recuerdo que hayan sido así específicamente, para mis papás alcanzaba con la voluntad de hacerlo, mandarlo y el deseo de que ojalá lleguen bien… no era por mérito o intenciones de trascender. Por eso y no recuerdo con detalle, porque por entonces yo ya me había ido de Esquel a estudiar a Mendoza el profesorado de Educación Física por eso no tengo la precisión y no sabíamos todo en detalle de lo que ocurría por acá en la plantación.”
Sin querer se transformó en un atractivo turístico
La decisión de apostar a un cultivo de estas carácteristicas fue una gran apuesta de la familia Eggman Christensen, adelantado a su época y con las limitaciones de la era en que lo hicieron asegura Vreni “Nuestro campo de tulipanes era un paseo de las familias de Esquel que llegaban con sus parientes a conocer, recorrer y sacarse fotos, nuestros hijos se ocupaban de acompañar a la gente para contarles, explicar y cuidar el cultivo hasta que de pronto empezó a llegar gente en Trafics, pero mi papá se enteró de eso después… no creo que a él le hubiese interesado cobrar el recorrido”.
Por último Vreni resalta que aunque no se haya dado continuidad del proyecto en las restantes generaciones de la familia, sus padres dejaron un legado en la sociedad y que Juan Carlos Ledesma supo ver la veta de lo que se podría generar “para nosotros lo mas importante es que haya recuerdos de lo que hicieron en la sociedad”.
Luego destaca "Creo que tuvieron la limitación por la época en la que lo hicieron, había límites y debían tal vez mecanizar que es algo fantástico que se logró hacer en el campo de Ledesma con la óptica turística me parece visionario, increíble por eso digo que hay una diferencia enorme. Lo que mis papás hicieron fue limitado, muy artesanal y familiar por eso digo que lo que hizo Ledesma con su propuesta de ampliar la superficie, promocionarlo y así generar una revolución. He ido a saludarlo a Juan Carlos Ledesma varias veces.
“Al principio visitar su campo me daba una especie de nostalgia, al igual que visitar una chacra, las verduras y las vacas todo ese modo de vivir me da nostalgia” rememora con afecto.