El esquelense que cruzó tableros con Anatoli Kárpov
El ajedrez es descanso del trabajador después de un largo día de trabajo y pasatiempo de miles de jóvenes alrededor del mundo. Para algunos es poco atractivo, para Eduardo del Blanco es el deporte que le cambió la vida
La pandemia de coronavirus y el aislamiento obligatorio potenciaron la necesidad de entretenimiento y de mantenerse activos mentalmente. En este río revuelto, el ajedrez salió ganando.
Su facilidad para jugarse sin moverse de casa activó a quienes tenían latente el recuerdo del aprendizaje de este juego milenario y permitió la multiplicación de las partidas a distancia en las plataformas online, generando campeonatos históricos entre los grandes maestros.
Entre los grandes maestros está el ruso Anatoli Kárpov, quien tuvo una visita fugaz a la Patagonia, un hecho que dejó marcado a nuestro ajedrecista Eduardo del Blanco.
Si hablamos de ajedrez, para algunos puede ser poco atractivo, pero para Eduardo fue el deporte que lo atrapó desde que era muy chico.
Doce años tenía Eduardo cuando tuvo su primera reacción hacia un tablero, mirando a distintos profesionales y jugando algunas partidas para conocer de qué se trataba. A sus 15 años, tuvo su primer torneo interno en la Escuela Normal, obteniendo un segundo premio.
En la escuela primaria tenían a disposición un tablero que sólo se podía utilizar en los recreos y horas libres. Rápidamente, ese "juego" llamó su atención. La primera pregunta que se le vino a la cabeza fue ¿Cómo se mueven las piezas? y lentamente aprendió la función de cada una de ellas: el peón, el caballo, el alfil, la dama, la torre, el rey...
Con otro amigo, Mario Coranili, tuvieron la misma conexión con este deporte y comenzaron a reunirse en sus casas después del colegio.
Horas y horas jugando, aprendiendo. Así pasaron algunos años, el ajedrez comenzaba a tener cada vez más seguidores en Esquel, y Eduardo no perdía la oportunidad anotándose en cada torneo que se presentaba en la ciudad.
Desde ahí no paró. Este 2020 cumplió 45 años del juego que lo vio crecer, sin interrupciones.
EQS: -¿Qué te apasionó del ajedrez?
Debo confesar que al principio lo único que me apasionaba era ganar la partida. Era muy chico para darme cuenta de que podía no solo aplicar estrategias de otros jugadores, sino también pensar en mi propia estrategia. Con el tiempo me di cuenta que empezaba a surgir mi propio estilo, y empecé a aplicar algunas estrategias que me daban buenos resultados.
Esa es la verdadera esencia del ajedrez para mí. Cuando me siento frente a un tablero.
Si me tocan las piezas blancas, pienso cual será la apertura que emplearé. Y luego, todo se desarrolla de acuerdo a la perspectiva de mi contrincante. Cuando me tocan las piezas negras, es el otro quien comienza su estrategia y dependerá de mi responderle con la destreza necesaria para neutralizarlo.
Recuerdo cuando en el año 1979 jugué por primera vez contra un gran maestro. Era el torneo Chubut turístico, cuando me tocó jugar contra Héctor Decio Rosetto. Era indescriptible la emoción que yo sentía por el hecho de jugar con alguien tan importante, y antes de finalizar la partida no podía creer que esa figura del ajedrez estuviera ofreciéndome ¨tablas¨, que por supuesto y casi inconscientemente rechacé. Después de seis jugadas, fueron tablas, que en el ajedrez significa empatar.
Una de las partidas que jugué fue en el año 1993. En ese momento se jugó un torneo provincial en Trelew, en el que participaron muchos jugadores. Llegué a la final con Claudio Paolini, de Rawson. Esa partida fue muy emocionante, nos rodeaban muchísimas personas y yo escuchaba los comentarios que me hacían favorito, finalmente le gané y terminé siendo el campeón provincial. Como en toda carrera no todo ha sido agradable ni sublime, ni ideal en mi largo camino de ajedrecista. Yendo al caso, esto tiene que ver con una partida que me dejó un sabor bastante amargo...
Fue cuando tenía 17 años en una oportunidad que se desarrolló el torneo provincial de primera categoría en Esquel. Estábamos jugando las semifinales y a mí me tocaba jugar con Eduardo Hualpa, si yo le ganaba la partida pasaba a finales. La noche anterior cené muy temprano y aproximadamente a las 22 HS me fui a dormir, necesitaba estar mentalmente óptimo para enfrentar a tan importante jugador. Esa noche los nervios me traicionaron, me desvelé totalmente, no podía dormir pensando que tenía que ganar esa partida. Fue así que aproximadamente a las 5 de la mañana me dormí profundamente, el torneo comenzó y mi reloj comenzó a correr. Recuerdo que dos integrantes de la comisión organizadora fueron a mi casa para saber qué pasaba. Nadie podía creer que yo no estuviera en esa mesa sentado, me golpearon tanto la puerta que cuando desperté pensé que me moría. Fue un momento terrible, había pasado más de una hora desde que el reloj corría, cuando llegué Hualpa se negó a desarrollar la partida, el resultado no hace falta que lo diga.
Para jugar al ajedrez es muy importante descansar, estar concentrado y enfocado.
-¿Tenés alguna otra anécdota con un profesional del ajedrez que te haya marcado?
-Sí, con ¨el genio del ajedrez¨, el ruso Anatoli Kárpov. Corría el año 2005, fue emocionante el recibimiento en un gimnasio colmado, estaba a punto de enfrentarme con mi ídolo y un ex campeón del mundo, quien jugaba con los 20 mejores tableros de Chubut. Recuerdo el aplauso cerrado de todo el gimnasio, el momento en el que empezamos a jugar y después vino la desilusión...
En un momento de la partida tocó una pieza y la movió y se retractó, volvió a poner la pieza en su lugar y movió otra. Te podrás imaginar mi sorpresa de lo que estaba viendo.
Pieza tocada es pieza movida
Esta frase la nombro ya que es un código muy conocido en el ajedrez y el que me enseñaron desde chiquito. Por lo tanto le pedí que hiciera lo correcto y él no aceptó hacerlo.
Decidí no continuar la partida en posición ganadora, ya que si efectuaba el movimiento, posiblemente ganaba. Me mantuve en calma y no discutí ya que la provincia había invertido mucho dinero en traer a esta persona.
La gente se dio cuenta de la situación, y tuve el apoyo del ambiente ajedrecístico, tanto de Chubut como en las otras provincias, hoy por hoy Kárpov ya no es mi ídolo, sino que más bien me llevé una desilusión.
-¿Fue cambiando el ajedrez a lo largo del tiempo?
-Sí, por el avance tecnológico. Hoy cuando tengo a mi rival ya sé las partidas que ha jugado, sus aperturas, sus resultados. De cualquier manera no soy muy amigo de la tecnología...
Antes estudiábamos con libros, nos juntábamos entre amigos a analizar partidas, teníamos nuestros ídolos. Tuve momentos hermosos con el ajedrez. Siempre me importó representar a mi Esquel querido, y tratar de dejarlo en lo más alto.
Respecto a mi estrategia tanto en la virtualidad como en la presencialidad, la analizo en el momento.
Hasta el final no sabes si ganas o perdés
Siempre las partidas hay que lucharlas hasta el final. Hoy en día podemos jugar por internet, que si bien me agrada, no es como jugar en vivo. Ahí es donde están los nervios del momento, las emociones.
-¿Qué beneficios te aportó el ajedrez?
-Por un lado se aprende a ganar y a perder, cuando se gana una partida se festeja, y cuando se pierde se aprende a ejercitar la tolerancia a la derrota.
De todas maneras yo no hablo de perder en ajedrez, siempre se gana algo, la experiencia es impresionante. Esa partida es única, y la persona que tengo en frente también.
Por otro lado podés jugar una partida con cualquier persona de cualquier nacionalidad, no importa el idioma. El ¨idioma¨ es el juego, por eso es un deporte que une distintas culturas. Otro beneficio es que te ayuda a ejercitar la paciencia, cada jugada tenés que pensarla muchísimo porque si tomas una decisión apresurada, las consecuencias pueden ser malas. En fin, en definitiva los beneficios de jugar al ajedrez son similares a los beneficios de todos los deportes. Si volviera a nacer elegiría el mismo deporte.
-¿Pensás en la posibilidad de enseñar?
Todavía tengo ganas de jugar, y por supuesto en algún momento me voy a dedicar a la enseñanza. Actualmente hay gente que enseña, en mi parte será otra etapa de mi vida. Tenemos nuestro círculo de ajedrez armado, el cual es el primer Club de Ajedrez de la Cordillera Chubutense. Hay talleres, torneos y excelente futuro para chicos y chicas que se están destacando.