La mentira del talle y la distorsión de imagen
“No sé qué talle soy”. A un año de la sanción de la ley nacional, en Chubut trabajan para acelerar la aplicación. Testimonios locales asociados a la indumentaria.
Los maniquíes, ese triste símbolo de fabricación en masa de un cuerpo imposible, irreal. Día a día, en cada mirada hacia una vidriera, en cada frustración dentro de un probador, ese ideal va calando profundo en la auto percepción. Sostenida desde la industria de la moda, la publicidad y la indumentaria, la tiranía de la delgadez es una topadora contra la que aún lucha un ejército gigante de voluntades.
A un año de la sanción de la ley de talles en Argentina, estamos lejos pero en camino de la reparación de imágenes distorsionadas. Lo que primero busca la ley es desterrar la anarquía de los talles. Lo que hay que hacer ya está decidido y brinda la posibilidad de hacer justicia para los cuerpos reales. Hay una toma de conciencia que se refleja más en lo discursivo, a nivel publicitario, porque aún no existen las herramientas para aplicar esos cambios: falta reglamentar la ley. Después seguirá lo más complejo: el cambio cultural.
En Chubut y todo el país, organizaciones, cámaras y empresarios siguen trabajando en la ley, y en agilizar la medición de los cuerpos argentinos a través de un relevamiento antropométrico, que está a un 60% de avance y es condición para comenzar a aplicarla. Una urgente necesidad para dejar atrás la mentira del talle.
Desde el INTI Chubut, Fabiola Arballo, diseñadora de indumentaria y docente de FAECC en Madryn, participa todos los sábados de una Mesa Federal con miembros del sector. "Lo importante es que esta ley, aunque no está completa, se acerca más a lo que necesitamos. Esto es: profesionales que diseñen para cuerpos reales, no hegemónicos".
EQS: -¿Cómo funciona el sistema actual de confección de indumentaria y de los talles?
FA: -Es un descontrol. Lo que hoy rige son unas normas del IRAM con tablas de referencia, que van por rangos de talles. Cada marca tiene que buscar la forma de homologar sus tablas para sincronizarlas con el IRAM, y eso se paga. En la última década empezaron a aparecer leyes provinciales que generaban un caos en las medidas. Incluso hoy, la venta por e-commerce que creció en la pandemia reflejó la problemática de los talles. Con la ley sería todo más sencillo.
La ley surgió hace unos seis años por una motivación propia del área textil del INTI, que es muy activa hace muchos años y tiene mucho apoyo de cámaras de indumentaria. En paralelo empiezan lo que se denominó movimientos disidentes, en contra del cuerpo estereotipado, como colectivos LGBT+, personas con sobrepeso, con discapacidad o con cuerpos pequeños que no encontraban talles.
EQS: -¿Qué propone concretamente la ley?
La idea final es que a partir de esta ley se establezca el SUNITI (Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria) para armar tablas de medidas a partir del cuerpo argentino que se correspondan con la figura anatómica de este país, que no es igual a la europea o brasilera. Esto implica que una vez que esté este sistema, vos puedas ir a cualquier marca y tu talla sea siempre la misma.
Ahora, es importante aclarar porque confunde mucho: esta ley NO pide que todas las marcas estén obligadas a tener todos los talles. Pero sí va a ayudar a tener talles reales, es decir que no te mientan. En definitiva también apunta a tener un trato digno en un negocio, a la no discriminación.
Lo que propone la ley es que antes de reglamentarse se releve con un escáner corporal (una cabina que funciona como un probador) para medir a unas 13 mil personas en todo el país. Hoy el estudio está frenado por la pandemia y el escáner está en una de las ciudades del NOA.
EQS: -¿Hay conflicto de intereses en la ley?
FB: -La Cámara Argentina de Indumentaria y la Federación de indumentaria quieren la ley. La necesitan. Si tenés una tabla para guiarte, se te simplifican mucho cuestiones productivas y comerciales. Ahora, si los obligaran a tener todos los talles ahí sí habría problemas, porque es imposible por una cuestión de rentabilidad. En este sentido, hay actores que consideran que debería haber profesionales y marcas especializadas en diferentes necesidades de vestimenta.
EQS: -¿Cómo se aborda hoy el diseño de indumentaria desde lo académico en relación a los estereotipos de belleza?
FA: -Cuando a vos te enseñan a diseñar es siempre con el mismo modelo. Cuando grafican el figurín sigue siendo el estilizado. En la UBA, el lugar emblemático donde está la carrera más antigua hoy hay un proyecto de alumnos que se llama "Otros cuerpos", pero no hay que olvidar que siguen siendo conservadores. Hace poco relevaron en forma anónima que siguen descalificando diseños con cuerpos de tallas más grandes. Las problemáticas de bulimia o de anorexia no trascienden a lo académico y por esta problemática tampoco impulsaron la ley nueva. No están conectadas aún estas cuestiones.
Lo ideal es que en las universidades formen para todos los cuerpos y no para el estereotipo talle 42. Lo que sucede es que no es que no hay lugares de talles grandes o muy pequeños o para la tercera edad: lo que no hay es diseño interesante para esos talles. Lo que estamos buscando desde el área académica es que no se caiga siempre en las tallas "promedio". Hay que entender que a nivel productivo, mientras menos talles hagas es más fácil producir. Y estéticamente siempre se enseñó que lucían más bonitas las prendas en ese talle. Con eso es lo que se lucha. Hoy, lo que no te va a poder decir una marca de moda es que si tu talle es 46, vos no entrás más en ese talle.
EQS: -¿Qué pasa con el Talle Único y para qué sirve?
FA: -En principio la ley no lo puede desterrar. Lo que sí aclara es que NO es un talle. Pero hay tipos de prenda que pueden tener talle único. El tema es que marcas de diseño lo utilicen, porque es más económico producir para talle único que para muchos talles. No es tan precisa la ley en este sentido.
EQS: -¿Qué avances concretos tiene la ley?
FA: -La secretaría de Defensa del Consumidor de Nación llamó hace unos meses a reuniones a todos los sectores que intervienen. Lo importante es la capacitación a vendedores. Eso se está haciendo. Si la ley se reglamenta, no es necesario que Chubut adhiera porque al no contar con otra ley que compita, regiría inmediatamente. En cuanto al escáner, hoy está lejos en el norte. Estamos trabajando para la Patagonia en el escáner 3D que tienen en Trelew el CONICET y el Museo Paleontológico. Hay que calibrarlos y podría funcionar para medir en las ciudades más importantes. De todos modos, hacer un trabajo representativo va a llevar un tiempo.
La experiencia de una diseñadora en Trevelin
La emprendedora de "Manos a la Tela", Glenda Lloyd, conoce desde adentro la industria de la moda por su experiencia como diseñadora de importantes marcas de ropa del país. Hoy crea, estampa telas y objetos de decoración y lleva adelante talleres de costura para mujeres, donde realiza un dedicado trabajo de formación, inculcando la idea de crear más de lo que se consume, siempre desde el empoderamiento de la mujer.
"En mi experiencia como diseñadora, hace quince años eran épocas bastante anárquicas. No había talles, cada marca tenía su tabla de talles y eso era súper arbitrario porque se decidía en función de las usuarias que teníamos. La mayoría eran de entre 20 y 40 años, con un estereotipo de mujeres flacas. Y la realidad es que se dejaba afuera a un montón de mujeres. Es como un círculo vicioso, porque vos estás proponiendo que un talle XXL tenga 102 de contorno de busto. Una que tiene 120 -que son un montón- se va a sentir discriminada porque va a entrar a ese negocio y no va a existir su talle. Es como anular a una persona por sus medidas, es lo más grave de este sistema que tenemos ahora" relata.
"Por otra parte, las modelos que ponés en la campaña suelen ser chicas que claramente tienen bajo peso, algunas marcas incluso ponen pibas que parecen anoréxicas. Todas, todo el tiempo queremos estar flacas. Esta ley lo que va a permitir es incluirnos a todos y a todas, no discriminar a nadie. Estamos en ese camino de cambiar el estereotipo de belleza" añadió.
"En mi caso, decidí hacer un promedio de medidas porque cuando proponía los talleres de costura me llamaba la atención que las mujeres no sabían qué talle eran. Todo el tiempo me decían: no sé si soy L o XL. Y además dudaban de las medidas que les proponía. De la encuesta participaron 87 mujeres de un promedio de 37 años. Me dio un promedio de medidas alejadísimo del concepto de 90-60-90 que todavía está instaurado. Todas me mandaban sus medidas con vergüenza".
Glenda tenía la intención de "afinar" mejor su propia tabla de talles, que estaba basada en una de Buenos Aires, pero también descubrió que fue reveladora de otras cuestiones. Frases como: "me conformo con lo que hay"; "mi niña no entra en la ropa de niños"; "el talle más grande no me entra"; "soy tan chiquita que me tengo que comprar en marcas infantiles" y tantas otras cargadas de resignación y frustración llenaron la encuesta.
Con su iniciativa, Glenda también pudo compartir con esas mujeres que "nuestras medidas están bien, no importa las que tengamos" y lo más importante: que ese promedio las ayudó a entender que no eran "gigantes" sino mujeres reales. "Sobre todo, que no están solas, que no era un problema de ellas, sino de un modelo hegemónico inalcanzable. Eso las hizo sentir bien a ellas, y a mí también".