Humanos confinados, animales sueltos: ¿buena o mala señal?
La visión de animales silvestres cruzando calles en ciudades quietas maravilla al mundo, pero el motivo está lejos de ser romántico. El planteo de un científico del CONICET de Madryn.
Por Milagros Nores
Posiblemente la única cosa que maravilla a la humanidad en plena pandemia de coronavirus han sido las imágenes de animales salvajes curioseando en calles vacías, fuera de su hábitat natural. En Europa medios de comunicación o usuarios en redes registraron apariciones de patos en Zaragoza, jabalíes en Barcelona y zorros en Londres merodeando en centros urbanos o cruzando grandes avenidas. En Estados Unidos, pavos salvajes y coyotes.
Algunas de estas fotos han sido desmentidas por estar trucadas o no ser atribuibles al momento de la pandemia, como los cisnes o los delfines de Venecia -que eran de otra región cercana- pero no dejan de abrir interrogantes sobre el fenómeno, sus causas y consecuencias.
Videos en redes resultaron impactantes por lo extremos, como el caso de los monos en Tailandia, que al desaparecer los turistas que los alimentaban coparon hambrientos las calles; y en Argentina, puntualmente en Chubut, se viralizaron tomas de guanacos a la orilla del mar en Península de Valdés.
EQS Notas consultó con el científico Ricardo Baldi, doctorado en la Universidad de Londres y miembro del CONICET-CENPAT de Puerto Madryn sobre animales "conquistando" ciudades. Baldi reside desde hace 31 años en la costa de Chubut y revela un alarmante motivo por el que suceden estos comportamientos, que está lejos de la enternecida visión de que la naturaleza "explota" cuando nos quedamos quietos. También analiza el origen del coronavirus y por qué esta es una "oportunidad única" para poner en agenda el impacto humano en la biodiversidad.
EQS —¿Tenés conocimiento de la aparición de animales salvajes en mayor medida por la cuarentena en la provincia?
R.B —En Chubut no tenemos un registro sistemático de estas apariciones, pero la situación existe y de alguna forma ya existía, lo que pasa es que no era evidente por el disturbio. Un efecto de este parate a escala global, de esta quietud, es que algunas especies se empiecen a mostrar donde antes no se las veía. Eso causa esta especie de fascinación y es bueno que se sensibilicen por la fauna silvestre, ahora la reflexión siguiente es qué lección nos deja. Y yo diría que hay que mirarlo en el marco de la crisis de la biodiversidad".
—¿Cómo interpreta la ciencia este fenómeno y cómo juega la contaminación?
—Lo que sucede para interpretarlo es que estamos viendo especies que están en la realidad próximas a los poblados y que ahora se están dejando ver más. Esto a escala global es efecto de la pérdida de hábitat de ecosistemas nativos. Se da por la transformación del hombre para agricultura y ganadería, o para infraestructura. La consecuencia es la fragmentación y/o destrucción total del hábitat, y los animales se ven obligados a trasladarse o se ven impedidos de hacerlo. Todos los animales necesitan refugio, alimento, y reproducción, también esquivar predadores. Para obtener esto tienen que recorrer un paisaje, un territorio siguiendo esos indicadores. Si se encuentran interrumpidos por "novedades" como caminos, alambrados, plantas industriales, etc, los obliga a estar más en contacto con las personas. Ahora lo estamos viendo más, pero si lo pensamos en esos términos no tienen nada que hacer los animales en las ciudades. Hay casos en que en verdad están buscando comida. Pierden la posibilidad de alcanzar presas y los induce a explorar más. Esto ha pasado con osos polares en el norte de Rusia el año pasado. El hecho es que si bien parece sorprendente, la proximidad está y no debería extrañarnos tanto. Lo que sí se ha medido son las bajas en emisión de CO2, de ruido, eso no hay duda. Es un efecto inmediato. Son efectos secundarios de lo que desató esta pandemia, que fue por un contacto con la fauna silvestre.
—¿Está comprobado el origen del coronavirus por transmisión animal?
—Todo indica que sí. Estaban todas las condiciones dadas. El tráfico de especies y el contacto de enorme cantidad de animales silvestres hacinados en jaulas en un mercado de animales vivos, en medio de millones de personas. Esto había sucedido ya, son las zoonosis. El SARS en China en 2005, otro virus similar en Arabia en 2012 y hay anteriores: el ébola, el HIV. Se deben al comportamiento humano. Hay trabajos publicados en la comunidad internacional advirtiendo sobre esta familia de coronavirus y el posible riesgo de contacto en mercados, incluso muchos de ellos autorizados. Todo apunta ahí. Evidentemente se ignoraron estas advertencias porque en el fondo esos mercados mueven mucha cantidad de dinero y dan sustento a muchísima gente. Es parte de nuestra relación como especie con el resto de las especies. Es parte de la crisis de la biodiversidad. Esas grandes amenazas a la biodiversidad nos incluyen a nosotros en última instancia.
—¿Qué debe cambiar la humanidad en este contexto?
—El aprendizaje debe venir por priorizar la salud de los ecosistemas nativos, tratar de mantenerlos y terminar con el predominio de actividades que se sabe dónde nos llevan. Me parece una oportunidad enorme para replantear el modelo global porque no sé si vamos a tener una oportunidad igual. Va a ser costosa, muy costosa. Nadie puede predecir en términos de salud y para la economía lo que va a suceder, pero luego es aprender si se va a tender a la coexistencia entre en las actividades humanas con las especies o si se va a seguir avasallando el ecosistema.
-¿Cómo se da esta situación en nuestro país?
-En Argentina misma hace 25 años se deforestaron 8 millones de hectáreas: selva paranaense, ecorregión pampeana, chaqueña con una cantidad de consecuencias que no es solo pérdida de especies, sino propagación de enfermedades. Porque se corren de rango. Apareció el Zika, se extendió geográficamente el dengue y esto está asociado a esas tres grandes amenazas, pérdida de hábitat, cambio climático y tráfico de especies, todas por actividad humana. Ya había muchas interacciones negativas y ahora como esta es global nos da la oportunidad enorme de leer qué está sucediendo y ponerlo finalmente en una agenda global para anticiparnos.
Baldi trabaja actualmente en el abordaje de la diversidad, distribución y comportamiento entre especies carnívoras y herbívoros nativos de Chubut. "Una de las aplicaciones es el conflicto con la actividad ganadera, que está en retroceso, ha traído degradación de la vegetación, se ha visto siempre al guanaco como competidor de los ovinos y se lo ha perseguido. La caza de pumas cuando hay problemas está subsidiada por un impuesto que se da a través de sociedades rurales, pero eso ha acentuado el problema. Estamos ensayando la introducción de perros protectores de ganado. Ya se están utilizando en Chile y otros lugares del país. Los está criando INTA Bariloche. En síntesis son perros que viven con las ovejas, marcan territorio, ahuyentan a los pumas".
Fotos originales. No está comprobada fecha de aparición.