Cáncer: Mitos, terapias alternativas y avances a nivel regional
El Dr. Carlos Winter explica qué tratamientos son posibles en Esquel. Asegura que “las altas oncológicas son muchas pero se ven menos” y habla de los remedios sin aval científico.
Por Milagros Nores
El cáncer no es uno solo. Tampoco las personas frente a iguales estímulos reaccionamos igual, sin embargo nos seguimos preguntando -algunos sospechando- por qué "en pleno siglo XXI no hay una vacuna que nos evite el cáncer".
Para el Dr. Carlos Ariel Winter, el único oncólogo en toda el área programática Esquel, "los mitos sobre los 'negocios de los laboratorios' y los 'productos milagrosos' están siempre y no los vamos a desterrar". En una #EntrevistaExclusiva profundiza sobre los avances en tratamientos, recursos disponibles y las necesidades concretas para su área.
En tiempos en que toman foco mediático productos presuntamente curativos como el dióxido de cloro para el COVID19 -ya utilizado hace tiempo también contra el cáncer- buscamos comprender cómo se aborda esta convivencia obligada de los tratamientos aceptados por la comunidad médica, con terapias alternativas y remedios sin aval científico, que desde la óptica del paciente a veces son sanadores.
EQSNotas —El uso del dióxido de cloro abrió un fuerte debate porque también se utiliza para el cáncer. ¿Cuál es tu opinión sobre la teoría de la "alcalinización" del cuerpo para curar esta enfermedad?
CW—En primer lugar no recomendaría nunca algo que se ingiere o se inyecta en el cuerpo y no tiene aval científico, pero más si tiene toxicidad como este producto. Es decir, me voy a alinear con el Ministerio de Salud. Hay que comprender que cualquier cosa que ingresa al cuerpo uno lo va a transformar en algo químico y en estos casos no sé qué interacción va a tener con la medicación que yo estoy dando. Además, la mayoría no informa qué tiene el producto. Con respecto a las "dietas alcalinas" es un mito en verdad. Uno tiene que entender que la célula tiene un medio que va a estar entre lo ácido y lo alcalino y uno no va a cambiar el PH celular de todo su cuerpo por la alimentación o la ingesta de este tipo de productos. El organismo se regula solo en ese aspecto.
—Cómo opera en la lucha contra el cáncer la opción de terapias alternativas? ¿Hay algunas que se pueden recomendar? ¿Cómo funciona cuando las pide el paciente o las trae?
—Cuando viene un paciente que está haciendo quimioterapia y a la vez está siguiendo un tratamiento alternativo, primero que es muy difícil realmente comprobar qué dio resultado. En principio trato de no meterme y soy bastante respetuoso de esas terapias alternativas que traen. Si comen más sano, si hacen reiki, masajes, terapia que lo estabilice emocionalmente, meditación, etc, está perfecto, conversándolo y teniendo recaudos. Pero en lo que es tratamientos, en oncología nos guiamos por estudios científicos que tienen fases y pruebas en grandes muestras de población, durante años. Entonces, cuando viene alguien y nos dice "mirá qué bien me fue con esto", médicamente no nos sirve para aplicarlo en otro paciente.
—Entonces, ¿no es habitual someter a estudio esos tratamientos alternativos independientes que van surgiendo y supuestamente tienen buenos resultados?
—En lo que es oncología, nosotros no tenemos acceso a un trabajo científico de todos los productos, dietas o tratamientos alternativos que se van poniendo de moda. Hoy en día, la mayoría de los trabajos científicos están dirigidos por laboratorios que son los que investigan las drogas porque eso lleva muchísimo dinero. Probar una droga oncológica desde la fase 1, luego la experimentación de animales, después pasar a pacientes sanos, ver las dosis, hasta pasar a pacientes oncológicos, probando, evaluando la respuesta, lleva mucho tiempo y recursos. También se mide la efectividad de la medicación que tiene la competencia y eso también lo paga el laboratorio. Por otra parte, son muy estrictos en sus parámetros por ejemplo en lo que es evaluación de una tomografía: con qué aparato se hace y qué técnico lo va a operar. Y por si fuera poco, si la droga funcionó ese laboratorio debe comprometerse a reemplazar con esa nueva droga a todos los que lo requieran durante un tiempo determinado.
—Cuando la quimioterapia es tan fuerte como la enfermedad, o no es tolerada y el paciente pide otra cosa, ¿qué se sugiere desde la medicina tradicional?
—Yo no puedo obligar a un paciente que haga un tratamiento si no quiere o no cree en él, o no le está dando resultado. Un tratamiento de quimioterapia puede ser curativo, o paliativo, con el objetivo de que viva más tiempo, y a veces con mejor calidad de vida. Si eso fracasa, o el paciente no quiere, hay tratamientos desde el Servicio de Cuidados Paliativos de Esquel, que tiene manejo del dolor.
—¿En el caso del aceite de cannabis que habilita este dispositivo como tratamiento, hay una indicación para algún tipo de cáncer en especial?
—No, los pacientes que están con un cáncer y un tratamiento lo que se hace es no esperar a que tengan un estadio terminal. Tratamos, dentro de las posibilidades, de ponerlos en contacto con este servicio. Muchos pacientes que atraviesan la quimioterapia manejan el dolor y las náuseas con aceite de cannabis. He visto -sin poderlo afirmar científicamente- que los pacientes refieren que toleran mejor el tratamiento, y tienen más apetito. Habrá que hacer un estudio más profundo cuando llegue el momento, pero las dosis las manejan desde Cuidados Paliativos. La gente tiene mejor pasar, antes tenían mucho dolor, hoy son acompañados con menos sufrimiento de ellos y los familiares. Que en Chubut exista este consultorio y que se autorice médicamente es un gran logro.
—¿Están determinados los porcentajes en los causales del cáncer: por ejemplo, predisposición genética, alimentación, estrés?
—El cáncer es multicausal, por ejemplo no solamente fumar causa cáncer, sino todos los fumadores tendrían cáncer, y otros que no fuman tienen cáncer de pulmón. No tiene tampoco todo que ver con la alimentación, tenemos pacientes súper sanos en su alimentación e igual desarrollan cáncer y viceversa. Lo emocional es un factor de peso, pero no está determinado en porcentajes. El cáncer es una célula anárquica que no hace lo que está destinada a hacer. La célula oncológica no muere además. Y si bloqueás una hay otra que puede aparecer para hacer su trabajo. Cuando vos estudiás cómo se desarrolla el cáncer te das cuenta de lo complejo que es encontrar su cura, por eso es tan difícil que tres gotitas de un remedio milagroso te vayan a curar todos los cánceres.
—¿Cómo se miden los avances en la lucha contra el cáncer?
—Son muchos, constantes. Hay tratamientos nuevos cada seis meses. La inmunoterapia está dando resultados: son drogas que en vez de atacar a la célula tumoral estimulan a los linfocitos para que sean ellos los que hagan ese trabajo. Tienen mucho menor toxicidad. Son drogas caras, que no son para todos los tumores y en otros casos requieren estudios genéticos, pero realmente cuando uno las indica hay buenos resultados y después está el screening (prueba a población supuestamente sana para detectar patologías como tumores) porque cambia la historia de la enfermedad y del paciente por la detección temprana. El screening se hace para cáncer de mama con mamografía, cáncer de próstata a partir de 40 o 50 años con una eco, un tacto y un PSA, para buscar cáncer de colon que a partir de los 50 años todos tengamos alguna colonoscopía hecha, a menos que amerite hacerla antes; cáncer de cuello uterino en la mujer; cáncer de piel con la semana del lunar.
Lo que sí tenemos acá es un equipo muy importante para lo que es cáncer de mama, que es la Unidad de Mastología del Hospital de Esquel: con la imaginóloga Nadia Lochocki, la mastóloga Pía Brizzio, una anatomopatóloga que es Agustina García, el cirujano Gonzalo Marañon, también en contacto con la gente de radioterapia de Comodoro. Esta unidad está establecida, bien formada y podemos decir que gracias a eso hemos detectado tumores sumamente tempranos, tenemos gente de veinte años con cáncer de mama, pero eso cambia el pronóstico, porque es un estadio temprano.
-¿En la zona existe alguna incidencia de cierto tipo de cáncer?
-El de mama y el de colon o próstata son los más frecuentes, pero eso sucede a nivel nacional. Acá tenemos sí en área rural un poco más de cáncer gástrico. En lugares donde hay estudios al respecto, como en Traslasierra de Córdoba, o en Japón, se analiza que tiene que ver desde la alimentación hasta el estado bucodental, pero los factores son varios. Después tenés la cuestión genética, cuando tiene un paciente muy joven con cáncer, se estudia esa predisposición, que no quiere decir que el cáncer se hereda.
—¿Qué capacidad hay para hacer los tratamientos de todos los cánceres acá en Esquel?
—Acá pueden hacerse el 90% de las quimios. Algunas que son muy potentes requieren infraestructura diferente, con salas especiales y nosotros no tenemos una sala destinada a pacientes oncológicos. En algunos casos se requiere derivaciones como en lo que es trasplante de médula ósea o leucemia, también radioterapia, pero en la práctica diagnóstica acá tenemos la gran mayoría. El tema es que la cantidad de pacientes no justifican altísimas inversiones que después no trabajan a su capacidad.
—Siendo el único oncólogo ¿cómo evaluarías la cobertura?
—Se generan algunas demoras porque es físicamente imposible. Lo mínimo necesario sería un oncólogo más, pero no es una urgencia. Me sentiría mejor con otro para además sería una manera de que puedan elegir con quién ir. Pero por otra parte, si uno se compara con el resto de la población de país, en Esquel la atención es rápida. Por ejemplo en ciudades grandes el informe de un patólogo puede llegar a tardar un mes, acá son tres o cuatro días. Ni hablar de pedir un turno con un oncólogo, allá tenés demoras de hasta dos meses. Aunque para el paciente sea mucho tiempo, no estamos mal.
En Esquel hay muchas altas oncológicas por año, aunque no se notan. Creo que hoy en día uno ha logrado mucho. No hace mucho tiempo atrás había cánceres con sobrevida de seis meses en un estadio avanzado, hoy es de cuatro años. En esos cuatro años uno puede ver egresar un hijo, ver nacer un nieto, que aparezca una droga nueva y por ende un tratamiento nuevo y apostar a una buena calidad de vida.