Darío Castro y Jairo Bedoya: “La distancia nos jugó a favor para crear”
Castro y Bedoya lideran este proyecto teatral que tiene todo menos convencionalismos, como muestra su delirante compañía de mujeres, Kabarett. Una ambiciosa apuesta a pura creatividad
Ninguna peste pudo apagar el teatro en miles de años. Pero esta pandemia amagó fuerte.
Se cortó el hilo, el encuentro cercano con el público. La incertidumbre en las artes escénicas es global, el teatro está que echa humo viendo si es posible reinventarse a contramano de su esencia: la presencia, el contacto, para poder compartir su arte.
Para el nuevo emprendimiento teatral de Esquel, el Jardín Teatro Laboratorio que funciona en la casona de calle Rivadavia desde febrero de este año, la caída fue grande, pero sirvió para crear más. El proyecto de investigación teatral, formación y creación vive una expansión sostenida, un contagio que va de boca a boca y le corre carreras a la misma pandemia.
Detrás de la antigua y misteriosa puerta de la casona, entre los murmullos y alguna risa que salta a lo lejos, late una horda de poderosas mujeres, y un equipo de artistas que se rebelan contra los clichés y están pariendo nuevas formas de hacer teatro. Es el refugio de profesionales actores, dramaturgos, bailarines y músicos que se empeñan en contar historias propias.
Es el teatro que subsiste "más allá de la peste". Así lo transmite Darío Castro, el mentor de este emprendimiento que comparte con Jairo Bedoya, Melisa Stocco y Virginia Ret, los otros administradores de la Casona. También están las mujeres del Kabarett, el glorioso "elenco de lo imposible" que marcó un antes y un después en las propuestas teatrales de la ciudad con delirantes e inolvidables puestas como "Las preciosas sin filtro", "Memento Mori" y "Circo Olimpo" entre otras.
Darío Castro comparte generosamente con EQS Notas los proyectos de su jardín, que hoy son tres y revela cómo logró sostenerse en la clausura a fuerza de creatividad y trabajo incansable. También reflexiona sobre la realidad del sector y la pandemia, que puso en evidencia las graves desventajas y la precariedad de la actividad teatral independiente en nuestro país.
Una frenética usina creativa se activó con el aislamiento
"A nosotros nos interesa trabajar profesionalmente, que la idea pase por distintas etapas escénicas. Son instancias concatenadas de formación, talleres de canto, escritura, entrenamiento corporal y laboratorio de creación. Estamos tratando de profesionalizar la dinámica de trabajo. Por un lado es la formación y por otro la producción" explica.
Describe a Esquel como "una comunidad participativa", pero todavía se sorprende por el nivel de convocatoria que tiene cada propuesta. "Los talleres están llenos por ahora, porque estamos justamente "cuidando lo pequeño". Por proyecto somos 15 entre diseñadores, músicos, actrices y actores. En el nuevo Kabarett somos 20 personas".
"Lo que nos pasó es que la gente que estudia acá tiene toda una perspectiva amplia de lo que es el trabajo artístico. A pesar de frenar, igual pagó sus cuotas para mantener el espacio. Este tiempo estuvimos haciendo fuerza con los teatreros de la comarca para que se se reconozca la actividad teatral, a los que tenemos espacio, como un trabajo más. Logramos tener un permiso, y después de dos meses empezamos a poder venir. Ahora estamos reponiendo ese tiempo. Tenemos todo un protocolo, grupos reducidos. Mucha menos gente y toda una cuestión de desinfección, estímulos más breves. No recibimos a nadie mayor de 60 años" relata.
"Una de las cosas que pasó con el COVID fue que se puso en evidencia la pauperización de los trabajadores del arte en general y del teatro. Aquellos que trabajamos en Educación no formal, hay docentes que estamos hipercalificados y las condiciones no son de tanta paridad con los de la educación formal. Estamos bastante desprotegidos. Esto debería ser un punto de partida para repensar cómo funciona el sistema para los independientes" reflexiona.
A pesar de todo el equipo no detuvo nunca la marcha y logró obtener diferentes programas y subsidios a nivel nacional. "Eso no es de ningún modo gratuito, las exigencias son muchas, requiere una profesionalización de tu trabajo y muchas horas de escritura" señala Darío.
"En cuarentena trabajamos más -reconoce- Si bien el contacto en el teatro es una parte muy importante, la creatividad es muy grande, de hecho la utilizamos como a favor, generamos un dispositivo pedagógico en el que no hay que entrar en contacto, sino a distancia. Ahí hay una oportunidad de trabajo y dimos continuidad a lo formativo".
Cuando el encierro les impidió continuar su tarea, la compañía acababa de enterarse de un gran logro: "Ganamos una convocatoria del Teatro Cervantes que nos va a producir una obra a su escala. Nos eligió entre 96 proyectos. Es una obra nueva que estamos escribiendo y seguramente pueda hacerse el año próximo. Eso implica un importante financiamiento disponible para actores, diseñadores, directores" cuenta Darío.
Por otra parte, este año tenían giras previstas con una obra propia: "Réquiem, un llanto de pájaros" que fue seleccionada para integrar el catálogo de espectáculos del Instituto Nacional del Teatro, junto a otras 50 obras nacionales que en situación normal dan la posibilidad de obtener contratos bien pagos en festivales.
Otro de los proyectos que gestaron durante el aislamiento fue el nuevo Kabarett que según anticipa Darío "va a ser monstruoso, más que todos los anteriores, la idea es montarlo antes de fin de año. Para esta obra, Jairo ganó un proyecto con una dramaturga de México muy importante, lo acompañó en la escritura, que se va a llamar "Marea Alcalina" -adelantó- A las actrices les pedimos consignas a distancia y se lograron cosas brutales".
Las propuestas del Jardín apuntan a despertar la fuerza del entorno, del hábitat en el relato. "Creo en el teatro situado. La potencia de nuestro teatro, el teatro del sur y el de Esquel, tiene que ver con la observación del entorno natural y la presencia, yo por eso elijo vivir acá -explica Darío- La profundidad que tiene una actriz como Nené (Guitart, una de las dramaturgas y actrices del Jardín) es porque ahí hay algo de lo situado, de ese conocimiento que atraviesa nuestro discurso. Tampoco tiene sentido que solamente hagamos teatro de dramaturgos de Buenos Aires, esa es la hegemonía clásica. Hay textos geniales allá, pero acá todos tenemos mucho para decir, en cada lugar, en cada versión del "interior" del país" sostiene.
El teatro del futuro: cómo salvar la cercanía con el espectador
"Estamos pensando nuevas formas de hacer teatro. Incluso pensando en una obra que pueda hacerse al aire libre. Para nosotros, el teatro vía streaming no es factible, si bien hemos visto propuestas interesantes. El tiempo real del teatro no puede competir con el cine. Estamos estudiando esto de que el teatro salga y dialogue con los espacios naturales que es una experiencia que ya se viene haciendo. Ahora, creo que el teatro como ceremonia, como espacio de encuentro, como lugar donde se hablan y se catalizan un montón de emociones eso va a estar siempre. Hoy preocupa la industria, los trabajadores, y no deja de ser una intranquilidad cuándo vamos a poder compartirlo con la gente y de qué manera".
#EnVideo El teatro que se viene