Pascua: el verdadero significado del huevo y el conejo en esta celebración
Este domingo se celebra la Pascua, día en el que los cristianos conmemoran la Resurrección de Jesús. Con el paso del tiempo, los huevos y el conejo se volvieron protagonistas de una festividad que combina lo religioso con lo simbólico.

El Domingo de Pascua marca el cierre de la Semana Santa y es una fecha central para la tradición cristiana, ya que recuerda la Resurrección de Jesús, símbolo de esperanza, renovación y vida nueva. Pero también es una celebración que incorpora costumbres muy antiguas, como el regalo de huevos decorados y, más recientemente, de chocolate.
El huevo de Pascua, aunque hoy se asocia a sorpresas dulces y búsquedas lúdicas para niños, tiene un origen mucho más profundo. Históricamente, el huevo representó en distintas culturas el inicio de la vida y la fertilidad. En el cristianismo, esa imagen fue adoptada como símbolo de la tumba vacía, de la vida nueva que nace tras la muerte, y por lo tanto de la resurrección de Cristo.

Una tradición con raíces europeas
La costumbre de regalar huevos el Domingo de Pascua nació en Europa Central, Inglaterra y Estados Unidos, y se remonta a los tiempos en que, durante la Cuaresma, la Iglesia prohibía consumir huevos, carnes o lácteos. Cuando llegaba la Pascua, la abstinencia terminaba y los fieles se reunían frente a las iglesias para intercambiar huevos decorados como señal de celebración y alegría.
El detalle simbólico se completa con el inicio de la primavera en el hemisferio norte, donde la Pascua coincide con el renacimiento de los campos, la floración y el ciclo reproductivo de los animales. No es casual entonces que se asocie el huevo —símbolo de nueva vida— con la fertilidad de la tierra y de las cosechas.
El conejo y los juegos modernos
A esa tradición se sumó, con el tiempo, un nuevo personaje: el conejo de Pascua, encargado de esconder los huevos para que los niños los busquen en una especie de juego festivo familiar. Como ocurre con Papá Noel en Navidad, el conejo cumple la función de “repartidor” de alegría, dulzura y emoción.
Tanto el huevo como el conejo son símbolos compartidos por varias culturas paganas precristianas, y aunque no aparecen mencionados en la Biblia, su inclusión en la festividad fue una forma de fusionar lo ancestral con lo religioso.
Hoy, más allá de la fe o el credo, la Pascua es una oportunidad para reencontrarse, compartir y celebrar la vida, con el huevo de chocolate como protagonista simbólico y cultural de un día que invita al renacer.