Juan llegó a su casa después de un largo día de trabajo. Mientras se preparaba la cena, escuchó el familiar sonido de una notificación en su celular. “Se han detectado movimientos sospechosos con su cuenta. Para reactivar el servicio, haga clic en el enlace y confirme sus datos”, decía el mail. El remitente era su banco, o al menos eso parecía.

Sin pensarlo demasiado, asustado, abrió el enlace. La página que emergió en la pantalla era idéntica al sitio web oficial de su banco: mismo logo, mismos colores, incluso el cartelito con el aviso de seguridad.

Ingresó su usuario y contraseña, esperó unos agónicos instantes mientras la ruedita en pantalla giraba, y de pronto, apareció una pantalla que le decía que su cuenta había sido reactivada. Todo parecía resuelto.

A la mañana siguiente, al revisar su cuenta, se da cuenta de que no tiene fondos. Una serie de transferencias que él no había hecho figuraban en los últimos movimientos. Llamó al banco, entrando en pánico, y entonces comprendió: había caído en una ciberestafa.

Es muy probable que esta historia te haya pasado a vos o a algún familiar o conocido. Situaciones aparentemente inocuas se presentan en momentos de distracción, pero que pueden tener consecuencias graves. Con un simple clic, los estafadores logran burlar nuestra seguridad, aprovechándose de nuestra confianza y nuestra costumbre de resolver todo de forma rápida desde el celular. Pero, cómo podemos protegernos en este escenario donde cada mensaje puede ser una trampa?

Las múltiples caras del engaño digital

Las ciberestafas, en sus diversas formas, son un fenómeno creciente que afecta tanto a expertos en tecnología como a usuarios promedio. Algunas son burdas, y otras están tan bien diseñadas que resulta imposible no caer. Las más comunes incluyen:

·      Phishing: El clásico correo electrónico o mensaje de WhatsApp que parece provenir de una entidad oficial, como tu banco o una empresa de servicios, que te solicita actualizar tus datos o verificar una operación. Como en el caso de Juan, el enlace te redirige a una página falsa que parece legítima, pero solo busca robar tus datos de acceso.

·      Vishing: Estafas telefónicas donde una persona se hace pasar por un representante de una entidad gubernamental o financiera para obtener datos confidenciales. El ejemplo clásico es que te llaman diciendo que se bloqueó tu cuenta del banco por un movimiento sospechoso y que tenés que brindarles el código que te va a llegar por SMS (que es el token del homebanking o de alguna aplicación con 2FA)

·      SIM Swap: Es el robo de tu número de teléfono asociado a la tarjeta SIM. La ingeniería social se aplica aquí contra la empresa de telefonía. De esta forma, el delincuente obtiene tu número, comienza a hablarle a tus contactos y a solicitarles dinero.

·      Estafas piramidales: Las víctimas son reclutadas para hacer aportes financieros con promesa de grandes rendimientos y a su vez atraer a nuevos inversores (quienes serán los realmente proporcionen los fondos para pagar los rendimientos). El esquema termina colapsando cuando dejan de ingresar suficientes nuevos miembros.

Cada una de estas estrategias está diseñada para engañarnos, aprovechándose de una falsa situación de urgencia o de nuestra confianza.

Por qué somos vulnerables

Uno de los aspectos más inquietantes de las ciberestafas es que no discriminan. No se necesita ser descuidado para ser víctima; muchas personas (quien escribe incluido) caen en estos fraudes porque los estafadores saben cómo apelar a nuestras emociones. La clave de su éxito radica en la manipulación del miedo, la urgencia, la codicia o el altruismo. Un mensaje que dice “Su cuenta ha sido bloqueada” no solo asusta, sino que también nos impulsa a actuar rápidamente, sin pensar, temiendo perder el acceso a nuestro dinero.

Otro factor clave es la prisa y la inmediatez de nuestra época. Estamos acostumbrados a que todo sea rápido, corto y sencillo, lo que nos termina jugando en contra cuando debemos tomar el tiempo para analizar si un correo o mensaje es legítimo.

Y a todo lo dicho, se le adiciona la sofisticación de las herramientas de los estafadores. Las páginas web falsas, la inteligencia artificial, y la variedad de sistemas que pueden ser utilizados para defraudar crecen día a día.

Claves para protegerte y prevenir fraudes

Si bien las ciberestafas son cada vez más sofisticadas, existen medidas concretas que podemos tomar para protegernos:

1.    Desconfiá de lo urgente: Si un mensaje te presiona para actuar inmediatamente, ya sea para evitar que bloqueen tu cuenta o para aprovechar una oferta irrepetible, lo mejor es detenerte. Verificá directamente con la empresa o institución, pero hacelo a través de sus canales oficiales, nunca a través de enlaces en correos o mensajes.

2.    Evitá hacer clic en enlaces no solicitados: Si recibís un correo o mensaje de texto sospechoso, no hagas clic en ningún enlace. Accedé al sitio web de tu banco u otra entidad ingresando manualmente la dirección en el navegador. Los enlaces fraudulentos suelen ser la puerta de entrada para el robo de tus datos.

3.    Activá la autenticación en dos pasos (2FA): Este es uno de los métodos más eficaces para proteger tus cuentas. La autenticación en dos pasos añade una capa adicional de seguridad al requerir un código extra que solo vos podés recibir en tu teléfono o correo, reduciendo las posibilidades de que un estafador acceda a tu cuenta solo con la contraseña.

4.    Verificá las transacciones regularmente: Revisá tu cuenta bancaria con frecuencia para detectar cualquier actividad sospechosa. Si notás algo inusual, informá al banco de inmediato para que puedan bloquear cualquier posible transacción fraudulenta.

5.    No compartas información personal por teléfono o mensaje: Las entidades financieras nunca te pedirán tus datos de acceso o números de tarjetas por mensaje o llamada. Ante cualquier solicitud de este tipo, cortá y contactá directamente a la empresa.

En definitiva, protegernos en un mundo hiperconectado requiere de un cambio en nuestra manera de interactuar con la tecnología. No podemos bajar la guardia, pero tampoco podemos vivir con miedo. La clave está en desarrollar hábitos digitales conscientes, ser críticos ante la información que nos bombardea a través de la pantalla y actuar con cautela, sabiendo que la prisa es la mejor amiga del fraude.

Y si lamentablemente fuiste víctima de una ciberestafa, buscá un abogado especialista que pueda realizar una investigación detallada y minuciosa que permita identificar a los criminales y recuperar tu dinero.