Juegos en el aire: Esquel, paraíso del SpeedFlying
El referente nacional de la disciplina es el esquelense Nicolás Eyo. Se formó en solitario y hoy cuenta con muchos entusiastas. #Conocé todo sobre este deporte
Cada tanto pintan el cielo con los colores de sus velas. Son alrededor de quince riders que vuelan habitualmente el cerro 21 o La Cruz con distintos niveles de experiencia. Y ya hay varios entusiastas que asisten al curso que ofrece un instructor radicado en la zona. "Esquel es la meca del SpeedFlying y SpeedRiding del país y te diría que de Sudamérica" asegura el pionero nacional de este deporte, Nicolás Eyo, paracaidista, parapentista y hoy una suerte de embajador con la marca internacional GIN para Gingliders.
Suenan a unos cuantos "locos del aire", pero es interesante escuchar por qué en el Speed "el riesgo lo manejás vos" como explica Nicolás. Este deporte utiliza velas pequeñas en comparación con las de un parapente, que permiten descensos rápidos. No puede negarse que la búsqueda de adrenalina es un punto de partida, y en el caso de Nicolás, su experiencia lo lleva a hacer vuelos jugados casi rozando terreno. Sin embargo, otros eligen formas de volar más tranquilas. "Esto no es ver quién se la aguanta más o es más loquito, es una progresión y una evolución de largo tiempo" cuenta.
#EnVideo doce riders a punto de salir en Esquel
Nicolás es un esquelense apasionado por los deportes que cuando regresó a Esquel para ejercer su profesión de arquitecto vio que el paracaidismo, su reciente pasión, era imposible de hacer en la zona. Hoy, el speedflying (y speedriding, vuelo con esquís) es un modo de vida y una posibilidad de estar en pocos minutos de vuelta en casa. "Pensá que me voy a volar a la mañana temprano, a las diez paso por una obra y de ahí me voy a buscar a mi hija para llevarla a inglés" comenta Nicolás, y rescata que "el potencial de Esquel es enorme por la accesibilidad de las montañas en cualquier estación del año".
De Esquel al mundo: SpeedFlying
Mientras estudiaba su carrera en Buenos Aires Nicolás hizo el curso de paracaidismo y encontró en la caída libre una pasión. En el año 1998 decidió comprarse un paracaídas. "Me acuerdo que vendí mi FIAT Uno a 6500 dólares-peso de ese momento. El paracaídas me salía seis mil dólares y el salto me costó 500. Era carísimo saltar". Cuando se recibió, le regalaron el viaje a la meca de ese momento, que era California y a partir de allí todo ahorro que pudo hacer estuvo destinado a saltar en distintos destinos. "Era como una bocanada de aire" a su rutina, describe.
Cuando volvió a Esquel en el 2000 "era mirar videos y no poder hacer nada. Acá no había actividad ni cerca. Tenía que viajar una vez por año a saltar". En 2008 hizo el curso de parapente en La Cumbre, la actividad ya existía en El Bolsón y estaba un poco más cerca. Mientras tanto continuó haciendo otros deportes como pruebas combinadas o motociclismo, una pasión desde chico.
Curiosamente, Nicolás descubrió el SpeedRiding en La Hoya en el año 2008, cuando vio pasar a alguien volando con los esquís. "Se llamaba Martín, vivía en El Bolsón y traía unos franceses a hacer eso que no se había visto acá. Le pedí el equipo y empecé a probarlo. Ese día me gasté mis ahorros que eran para comprar un paramotor y le compré la vela".
"Con eso ya estaba feliz. Durante muchos años volaba alto y lejos, pero después descubrí que se trataba de ir lo más cerca del relieve y cambié mi objetivo. Es un deporte rápido, la gracia es jugar con la montaña. Hoy vas haciendo maniobras. Hacés lo que querés y tenés el control. No es que te vas con el viento, sino que elegiste ir para allá. Si te está llevando el viento es porque no tenías que volar" resume y explica que "no es peligroso porque si vos elegís volar recto y lejos del piso lo podés hacer, ahí no te das cuenta de la velocidad, porque a 200 metros de alto no se nota si vas a 70 km/h, en cambio en descenso pegado al terreno sí".
"Si alguien quiere empezar de cero le pido que primero haga un curso de parapente. Los principios son básicamente los mismos pero el speed para empezar es muy rápido y si yo te doy una vela muy "nerviosa" la vas a pasar mal. Es difícil interpretar de entrada, por eso está bueno primero el parapente". Acá todo suma y se complementa: el parapente te da la lectura de las corrientes de aire de la montaña o de un cóndor volando y te ayuda para el speed, pero el speed te ayuda para el parapente. Después por ejemplo yo empecé a desprenderme del parapente y entrar en caída libre para abrir el paracaídas. Eso me permitió no depender del avión o de otra persona".
En cuanto al grupo de aficionados, desde el principio se sumó en los vuelos Oscar Peña, aunque con menor intensidad, después Nahuel Mateo, Agustín Olivera, Mauro Dante, Fernando Bonfanti, Laure Pinto, Juan Vargas. "Hoy somos quince, más los alumnos del instructor nuevo que está instalado en Aldea Escolar, que sumarán unos diez más. Lo estamos posicionando porque esta zona es ideal, viene gente de otros países a volar".
Los vuelos se hacen de acuerdo a la estación en distintas locaciones. "En otoño-invierno la mayoría de las veces, como el aire o viento viene del este, de la estepa, tenés que despegar y aterrizar siempre enfrentado al viento, por eso volamos de ese lado del cerro La Cruz, en cambio en primavera-verano que predomina el viento oeste, nos vamos al Cerro 21, pero volamos por todos lados, por el Cerro Colorado, el Nahuel Pan, el Mástil, en el Percy y todo en el día, sin tener que suspender actividades".
"Cuando vas a volar a un lugar nuevo lo estudiás. No te largás a lo ciego y siempre tenés que ver adónde vas a aterrizar primero, sino sería como un suicidio. Acá no podés improvisar, no hay mala suerte. Si te explota el equipo es porque lo usaste 20 años y ni lo miraste, pero si sos cuidadoso volás toda la vida como a vos te gusta".
#EnVideo parapente y paracaidismo
Para Nicolás, es un deporte práctico, rápido y con poco equipo, tampoco tan caro: "una bici buena de correr sale tres veces más que un equipo" asegura. "Al principio lleva más tiempo, porque por ahí subís un cerro y al no conocer las condiciones no están ideales, pero a medida que agarrás experiencia, tu rango se va ampliando. Empezás volando hasta 10 km/h de viento, después vas subiendo y hoy yo vuelo a 65 km/h. Tampoco es un vuelo super disfrutable cuando hay mucho viento, pero al menos en vez de bajar caminando lo hacés volando".
"Creo que no soy de los más extremos -reflexiona Nicolás- pero sí para mí el vuelo tiene prioridad, es una forma de vida y de interpretar las cosas. Incluso con los pibes que volás capaz que tenés un lazo más estrecho que con amigos de toda la vida, porque vos sabés que él confía en vos y vos en él en un deporte de riesgo".