El deporte como refugio y salida: la historia de superación de José Medina
José Medina se convirtió en un referente del atletismo de Esquel y construyó una familia que añoró después de una infancia dura. Una historia para conocer.
José Medina es una persona conocida dentro del mundo del atletismo de Esquel. Sin embargo, la historia de quien le dio nombre a la escuela de atletismo que Martín Ñancucheo inició en el Barrio Bella Vista no empezó en Esquel y tampoco fue fácil. Nadie que lo conozca va a negar que es una persona que trasmite alegría, pero pocos saben que detrás de su sonrisa y su amabilidad se esconde una vida difícil que lo obligó a superarse.
Superación, esa es la palabra que mejor define la vida de un hombre que no por casualidad es un férreo defensor de las escuelas deportivas en los barrios porque ve al deporte como una salida, porque eso fue para él.
En una charla a fondo con EQSnotas.com, José Medina contó por primera vez a sus 63 años la historia que trae consigo y cómo transformó lo más duro de la vida en un compromiso inquebrantable por ayudar a los niños y niñas de Esquel.
-Vos sos un gran defensor de las escuelas barriales, de ir encontrando a los chicos en los barrios, sacarlos de otras cosas. ¿Eso de dónde viene en tu vida?
-El tema es que yo me crié sin padres, crecí huérfano y entonces un juez de menores me metió en un internado en Playa Unión cuando tenía 3 años. Ahí viví prácticamente hasta que tenía alrededor de 20 años. Fue una época muy dura porque vivir sin padres es la tragedia más grande que puede tener un niño y el deporte era lo que me hacía sentir libre. Era cuando no pensabas que a todos esos compañeros que yo tenía, en algún momento los iban a venir a buscar sus padres, a mí no me fueron a buscar nunca. Eso marcó muchísimo mi vida. Después, cuando vengo a Esquel, tengo la suerte de entrar a trabajar en una escuela. A cada pibe que tuve cerca siempre lo traté como si fuese un hijo. Pasaron miles, estuve 20 años en la escuela 24. Sufrí tanto siendo pibe y me tocó estar en un barrio tan jodido, Bella Vista y Estación en aquel tiempo no tenían gas, yo abría la escuela a las 7 menos cuarto de la mañana y a las 6 y media ya había chicos esperando porque estaban más calentitos en la escuela que en su casa. Eso me golpeó mucho y eso fue lo que me llevó a tener tanto amor por los pibes, a quererlos tanto y cuidarlos tanto.
-Con lo que a vos te tocó pasar de chico, ¿Qué implica haber salido adelante de todo eso, haber formado una familia, viendo para atrás qué valor tiene?
- Es muy importante lo que hemos logrado con esfuerzo, con sacrificio. Lo que tengo que destacar es que me toco una esposa maravillosa, Miriam, que siempre me alienta, que siempre saca lo mejor de mí, con la cual no me aburro nunca de estar con ella. Tenemos 38 años de casados y tengo una familia re linda, nunca lo pensé cuando era pibe porque la razón fundamental por la cual mi familia me abandonó es porque tuve un accidente muy grande, que me dejó secuelas para toda la vida. A pesar de eso, poder salir adelante, los médicos por mucho tiempo me vieron y al día de hoy me preguntan cómo logre sobrevivir. Me tocó ser una persona fuerte físicamente, no tanto en la cabeza, todavía me cuesta mucho ser fuerte para mí. Me cuesta muchísimo la autoestima por todo lo que pasé, pero hoy en día estoy con momentos felices, estoy tranquilo, me jubilé de la escuela, estoy trabajando con mi remis. En esa cuestión muy feliz.
-¿Cómo se compone ahora tu familia?
- Vinimos a Esquel con mi esposa, nada más que los dos. Traíamos solamente la ropa, absolutamente nada más. Conseguimos trabajo y acá nacieron nuestros hijos que son grandes. El más grande tiene 34, Isael, Anahí tiene 33, Candi tiene 30 y cuando vinimos a vivir a esta que es nuestra casa al año nació un niño que se llama Lautaro, que está con nosotros ahora. Es el pibe más bueno que conozco.
-¿Cómo recalaste en Esquel?
- Fue un hecho fortuito, yo tenía dos años de casado con mi esposa. Trabajaba en Vialidad Provincial en Rawson y un amigo me dice 'venite a Esquel'. Éramos los dos solos con mi señora y nos vinimos un verano, casi entrando al otoño, éramos muy jovencitos los dos. Conseguimos trabajo enseguida en una escuela, la escuela nos proveyó de una casa, así que vivimos en la casa y así nos vinimos de allá. Acá nos ha ido bien, dentro de todo, pero en el caso personal hoy en día extraño mucho el mar.
-¿Has vuelto?
-Sí, vuelvo cuando puedo. Ahora con el tema de la pandemia se me ha complicado, pero como soy remisero por ahí me han tocado viajes allá. Puedo estar cinco o seis horas frente al mar tomando mate que no me cansa.
El deporte, el refugio
José Medina se emociona y se quiebra por momentos al recordar las cosas que le tocaron vivir en su infancia. Sin dudas, reconoce en el deporte en general y en el atletismo en particular ese escape que siempre le hizo falta. Salió adelante con la práctica deportiva como algo central en su día a día.
-¿Qué deportes hiciste en tu vida?
-Fútbol siempre desde muy niño, con pelota de trapo, a los 15 años recién conocí la pelota oficial. En el internado era fútbol todo el día, deporte todo el día. Hice atletismo, me destaqué mucho, fui campeón provincial de salto en largo, de 800 siendo muy pibito. Después seguí corriendo, pero nunca de manera competitiva. Me siento muy feliz cuando veo una persona corriendo. Hoy iba a trabajar a las 6 de la mañana y veía un tipo corriendo a esa hora y vos decís 'este es un loco', eso es lo que despierta, una pasión tremenda. Dan ganas de bajarse del auto y aplaudirlo.
-¿Por qué y cuándo elegiste el atletismo?
-Mirando hacia atrás, toda mi vida corrí, toda mi vida hice deportes. Nunca lo hice de manera competitiva hasta que conocí a Rodrigo Peláez allá por el 2000. Él me propuso trabajar juntos, yo vivía en el barrio Bella Vista en aquel tiempo, era portero de la escuela, vivía en la escuela. Conocía y conozco muy bien los barrios Estación y Bella Vista, entonces él me propuso que llevara a los pibes de la escuela de iniciación deportiva. Los juntaba en mi casa a las 6 de la tarde y los llevaba, íbamos todos juntos con 30 chiquitos hasta la pista y ahí nos esperaba Rodrigo. Hacíamos deporte y después otra vez con todos los pibes hasta la escuela. Ahí empecé a practicar atletismo junto con Rodrigo, hasta ese momento no sabía como hacer entrenamiento ni nada. El comienzo fue con Rodrigo Peláez.
-¿Qué te hizo enamorar del atletismo?
-Me gustó muchísimo el hecho de seguir a los pibes, a los chicos tan chiquitos que los conocía de la escuela a todos, ver el crecimiento de ellos. Comencé también a correr con ellos, me fui enamorando del atletismo porque lo sentí un deporte muy solidario, un ambiente muy lindo donde prácticamente no hay envidias, no hay rencores. Eso es lo que más me gustó, el nivel de compañerismo que había. Se formó en aquel tiempo un hermoso grupo, con los pibes, con las familias de los chicos. Creo que eso fue lo que me incentivó a comenzar a correr también, comenzamos a correr con Rodrigo y ver el crecimiento de los pibes fue fantástico, me siento completamente realizado. Ahí fue el comienzo de todo, ya de grande lo hice si bien toda la vida hice deporte, corrí, jugué al fútbol, hice muchos deportes, pero el atletismo lo tomé más como propio en aquel tiempo.
-¿Por qué Rodrigo Peláez tiene que ver con toda la gente que ama el atletismo en Esquel?
-La verdad que es un referente desde que es un pibe. A mi me emociona profundamente la disposición y el amor que tiene por el deporte, pero a la vez la empatía que tiene con sus deportistas. Nunca en mi vida vi a un profesional empatizarse tanto con los chicos, te puedo asegurar que era un pibe muy jovencito Rodrigo y sin embargo entrenábamos de lunes a viernes, los sábados a veces también y nunca lo vi faltar a un entrenamiento. Llovía, nevaba, hacía mucho frío, mucho calor y el tipo siempre estaba. No solamente estaba, sino que a veces también corríamos nosotros. Es fantástico.
-Uno habla con la gente del atletismo y vos también te has convertido en un referente, en alguien querido en ese mundo. ¿Hoy en día qué es el atletismo para vos?
-El atletismo es mucha pasión, hoy en día para mí el atletismo en Esquel ha despertado a muchísima gente, el hecho resonante de tener dos pibes que han llegado a los Juegos Olímpicos no es poca cosa, es algo muy grande y además es algo impensado hace 10 años atrás. No estaba en el pensamiento de Rodrigo ni de nadie, hoy en día ves muchísima gente corriendo, haciendo deporte, y creo que es producto de toda esta movida de Rodrigo Peláez, los profes que están en la pista, es muy necesario destacarlo. El laburo de Adriana Garzón es tremendo, el de Víctor Álvarez, 'Pitu' Ramírez, han marcado un camino muy lindo, muy grande, un sentido de pertenencia. Con Rodrigo Peláez no solamente tenemos una amistad muy profunda, sino que Rodrigo Peláez es el padrino de mi hijo Lautaro, que tiene 17 años.
-A la escuela de atletismo del Bella Vista han decidido ponerle tu nombre, ¿qué te genera eso?
-Fue una emoción muy grande y encima que la escuela está dirigida por Martín Ñancucheo, que la vida lo transformó en mi amigo, pero fue casi mi hijo cuando fue pibe, porque vivía en mi casa. Yo lo arrastré al atletismo, todos los días le insistía hasta que un día me hizo caso y fue. Es un atleta increíble, pero lo que rescato es la persona. Como pudo ordenar su vida, tener una familia fantástica hoy, ser una persona maravillosa, increíble. Cuando me dijo que le iba a poner el nombre mío la verdad fue algo muy lindo, gratificante. Ahí estamos colaborando, tratando de que la escuela crezca, de que los pibes se acerquen y es un logro fantástico.
Su remis, vehículo de historias
Aunque dejó de trabajar en la escuela, José Medina no se aleja de la comunidad. Tiene un remis que, confiesa, es mucho más que un trabajo o un medio para reforzar la economía familiar. Una terapia, un vehículo que canaliza historias y un lugar para reencontrarse con gente que pasó por su vida o, por qué no, para descubrir personas nuevas.
-Ahora te jubilaste pero seguís trabajando...
-Me jubilé este año, pero sigo en el remis que es mio. Encontrar un trabajo que te guste, es fantástico. Para mí el remis no es un trabajo, es una terapia, me siento muy feliz haciéndolo.
-No solo en atletismo, también sos remisero, y con ese trabajo un poco guardián de historias. ¿Te das cuenta de que sos un tipo querido?
- Me doy cuenta cuando veo a los pibes que llevo en el remis, pibes que yo los conocí y algunos ya son abuelos. Que vengan, que me abracen, siento el cariño de todos esos chicos y chicas. Encontrarme con ellos es una fiesta para mí. Que todos tengan un buen recuerdo mío es el mejor premio de la vida.
-¿Qué es lo que más te gusta del remis?
-Me gusta encontrarme con la gente, hablar con la gente de las historias que vos me decías. Tengo muchas historias para contar, que me han pasado, historias lindas, historias tristes, pero me gusta mucho estar en el remis. Yo a veces suelo estar en mi casa y me duele la cabeza, pero me subo al remis y se me pasa todo. Es fantástico.
-¿Por dónde va la terapia del remis?
-Disfrutar de la música, es fantástico hoy en día podés escuchar la música que vos querés, el trato con la gente, hay gente muy piola, me encontrado con gente que no te digo que somos amigos pero puedo contar con ellos y los he conocido en el remis. Escuchar programas de radio me ha servido muchísimo y me gusta, lo disfruto.
-¿Qué te dirías a vos de chico, viendo como has salido adelante?
-Allá estoy, mirá (señala una foto). Debo tener unos 10 años más o menos. Todos los días me veo ahí y me hago esta pregunta que vos me decís. La tengo en mi teléfono, me veo todos los días ahí, me pregunto eso y le digo a ese pibe "gracias por seguir". Me da mucha nostalgia verlo porque a pesar de todo lo que viví en mi infancia puedo rescatar las cosas felices de cuando fui pibe. Las otras las hubo, pero guardo las cosas felices. Lo que aprendí en la vida es a ser positivo. Por esa razón trato siempre de estar con buenas pilas, con buena vibra.