Por Milagros Nores

El idilio entre los pescadores deportivos y los espejos y truchas de Chubut lleva décadas. En este informe, EQSnotas analiza esta actividad tan bien resguardada por sus protagonistas, en términos de productividad, turismo y medioambiente.

Los ríos y lagos alrededor de Esquel albergan aún truchas salvajes, motivo de gloria para los amantes de este deporte. Cada año, entre noviembre y abril desembarcan cientos de sigilosos fanáticos con un único deseo: pescar (y devolver). Un tipo de turismo casi invisible, que apenas roza el aeropuerto de Esquel y se disemina en el Parque Nacional Los Alerces, el Río Grande y Río Pico, los tres fuertes de la pesca con mosca de la cordillera chubutense.

Aún la Patagonia, exceptuando algunos sitios contaminados por un turismo voraz que excede la posibilidad de brindar un servicio de calidad, es uno de los pocos lugares únicos, junto con Nueva Zelanda y Chile, debido a que tiene las condiciones naturales "conservadas". Esto es, aún no hay estacionamientos colapsados para entrar a un río ni alto tránsito de botes circulando; aún guarda lugares de élite, con altísima calidad de pesca y servicios 5 estrellas que comienzan en el guía, el verdadero alma mater.

En los últimos años la pesca deportiva de la trucha quedó en manos tanto de guías de pesca independientes, que manejan su propio volumen de clientes por un lado, y por el otro los operadores grandes, que son entre cuatro y cinco lodges que se encargan de la venta y ofrecen la infraestructura. Están diversificados en 3, 4 ó 5 estrellas.

Entre los lodges más reconocidos de la zona se pueden mencionar: Patagonia River Guides (PRG), en Trevelin; Tres Valles en Río Pico; Estancia Tecka, en zona del Río Corcovado; El Encuentro Fly Fishing Lodge y Sendero Lodge, sobre ruta 259 camino a Chile; El Aura Lodge, en Lago Verde; -Carrileufu River Lodge: al norte del parque Los Alerces, en Cholila.

Evolución y proyección del servicio y la profesión

EQSnotas rescató la voz de algunos guías locales. Entre ellos, Alun Lloyd, quien comenzó a los diecisiete años, pero creció acompañando a su papá a pescar a los ríos y lagos cercanos a Esquel. Alun consolidó su estilo y experiencia en El Encuentro Lodge, un espacio que aún conserva, con clientes que piden por sus servicios año tras año.

En un primer análisis, Alun asegura que la actividad de la pesca se profesionalizó y creció positivamente.

"El servicio de los guías es bueno, el destino Esquel sigue siendo especial, muy superior a Bariloche. Tenemos lugares únicos, en cuanto a paisaje, a pesca y a conservación. Estamos del 1 al 10 en un 8 puntos" asegura.

Sin embargo, Alun opina que si bien el ecosistema de truchas está bien conservado, hay algunos lugares en los que hay que ser más cuidadoso, porque podrían estar al límite en la cantidad de pescadores: "Hoy en día la pesca con mosca es muy popular. Hay cada vez más pescadores, en Esquel nomás todo el mundo aprendió a pescar -asegura- antes conseguir una caña de pesca con mosca era una rareza. Hoy vas a un kiosco y la conseguís. Al haber más pescadores cada vez va a haber más presión y va a pasar que en algún momento esto puede desbordar" advierte.

El cliente y el guía: un vínculo duradero

El guía de pesca es un verdadero anfitrión para su cliente. Cultivar el don de la conversación y el don del silencio son valorados en el mismo sentido. El culto al servicio, sumado a las habilidades para pilotear un bote en un río y la destreza en las técnicas de la pesca, lo transforman en un personaje que no se reemplaza fácilmente. Esa sumatoria de detalles define una relación de continuidad que le asegura el próximo año. Alun explica que "como soy más veterano tengo gente que ya conozco y quieren que los guíe yo. Eso te insume menos energía. Les conozco las mañas".

"El pescador se fija en toda la experiencia que empieza desde el momento que el tipo se despierta a que se acuesta, y hay que irlo llevando. Es atención personalizada, todo el tiempo estás con el termómetro" añade.

La exigencia en el servicio es mucho más alta que hace unos años. "Hoy por hoy vos te hacés cargo de todo. Si un pescador hace una "galleta" con la línea se la tenés que desarmar vos. Muchas veces son grandes pescadores, pero por otro lado el que conoce el lugar sos vos, entonces tenés que tener mucha cintura... hasta que lográs ganar su confianza", se confiesa.

En los últimos tiempos, el tipo de cliente también se amplió cada vez más. Actualmente el 75% son extranjeros y ya hay un 25% de argentinos.

"Todo lo que se puede pescar con mosca hoy en Argentina se pesca -asegura Alun- Fijate el dorado. Hay tipos que pescan dorado y después se vienen al sur. Es un viaje más costoso pero lo hacen. Generalmente son los que vienen a principio de temporada, que es baja: noviembre-diciembre. Es justo cuando el clima no es el mejor, la pesca está buena pero es más difícil porque los ríos están altos, el agua turbia, hay más días ventosos.."

El turismo y el negocio

Si bien la pesca es un cada vez más popular, se trata de un turismo que no se atrae por los medios convencionales. Al respecto cabe preguntarse  ¿cuánto participan Esquel o Trevelin de los réditos de la pesca deportiva?

Algunos guías consultados explican que este tipo de turismo "hace girar la rueda" y deja ganancias por la infraestructura que hay que brindar a este tipo de turismo.

"Contando alrededor de 45 guías activos, más el personal contratado en los lodges de pesca, hay cientos de personas cuyas economías familiares dependen exclusivamente de la pesca deportiva y eso se vuelca acá en Esquel o Trevelin" cuenta uno de los guías locales que vive exclusivamente de la pesca, y opera en el parque.

"Es mucho lo que se pone en movimiento. Los guías independientes  tienen camionetas que recorren largas distancias, compran gomas, cargan nafta, repuestos, lanchas, comida, todo se compra acá" -añade y agrega- también las hosterías tienen altos costos de mantenimiento, jardinería, mucama, lavandería, gastronomía, etc".

"En una población como la nuestra si vos te ponés a hacer los nexos indirectamente hay una rueda con dinero legítimo que viene de afuera y luego se invierte en Esquel o Trevelin" finaliza el guía.

La visión productiva: ¿nos comemos unas truchas?

Comer una trucha que sea de Esquel en un restorán local, como distintivo gastronómico de la Patagonia, con el agregado de que son introducidas, desarrollaron una genética inmejorable y además, podrían generar una pequeña industria productora, no es tan sencillo, según parece. Las truchas que comemos en los restoranes vienen de Neuquén, o Río Negro, según comentó un cocinero local.

"Lo que ocurre es que la trucha para generarle las condiciones de vida es un ecosistema muy delicado. Si le preguntás a un entomólogo te va a decir "mátenlas a todas". Cuando introdujeron la trucha, se comió  más o menos el 60% del hábitat subacuático y hay un montón de insectos y peces que no existen más. Y nunca los llegaron ni a estudiar. Esas son las truchas históricas que se ven en la foto que eran muy grandes"  cuenta Alun.

En cuanto a dejar que sus propios clientes puedan, alguna vez, darse el gusto de comer su propia trucha, Alun es categórico: "Ya nadie lo pide. Y yo no dejo que maten ninguna. Se puede arreglar un día que la cocinen en la hostería, o puede pasar que alguna se te muera alguna vez, y ahí sí".

El impacto ambiental

Más allá de que la actividad en sí misma es conservacionista, aún los furtivos son un caso que hay que seguir combatiendo, porque depredan sin piedad. Pero además se hace necesario evaluar desde las políticas públicas si el excesivo tránsito por los ríos no provoca alteración en el ecosistema de la trucha que hay que tener en cuenta para marcar un límite de hasta cuántos botes puede soportar un río, por poner un ejemplo, tanto en lo ambiental como para que no pierda su encanto, algo que está ocurriendo en los mejores destinos del mundo.

Al respecto, no hay regulación más allá de la propia ética tanto de guías como de pescadores.

"En general hay una mentalidad con respecto a la pesca que todo el tiempo se está poniendo cada vez más fina y cada vez es menor el impacto.  Hay mucha conciencia. Es como parte de la esencia de la pesca" defiende Alun.

"Es el tipo de turismo que al Parque Nacional le viene muy bien. No pone música, no hace mugre, no corta la rama de un árbol, no prende un fuego".

Y, por sobre todo, sabe contemplar.